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sábado, 1 de julio de 2023

 En un mundo donde se valora y respeta la autonomía. La eutanasia se presenta como una opción que busca otorgar a los individuos el poder de decidir sobre su propia muerte. La eutanasia es legal únicamente en siete países del mundo: Bélgica, Luxemburgo, Colombia, Canadá, Nueva Zelanda, España y Países Bajos. A pesar de esto, en numerosos países existe un creciente apoyo público a la legalización de la eutanasia. La legalización de la eutanasia reconoce y respeta la autonomía y libertad de elección de los pacientes, permitiéndoles tomar decisiones informadas sobre su propia vida y muerte. Al brindarles esta opción, se les ofrece la posibilidad de tener un mayor control sobre su destino y buscar un final de vida que consideren digno y acorde con sus valores y deseos individuales. En este ensayo se busca reflexionar de manera crítica sobre el rol de la ciudadanía en relación con la eutanasia como una forma de muerte digna. Consideramos que debería ser una alternativa disponible para prevenir el sufrimiento de los pacientes en estado terminal y ofrecerles una muerte compasiva y digna. En este sentido, se presentarán los argumentos que respaldan nuestra tesis.

La eutanasia puede considerarse como una opción viable para los pacientes que sufren de una enfermedad terminal y experimentan un dolor insoportable. En lugar de dejar que los pacientes terminales sufran innecesariamente hasta el final de sus vidas, la eutanasia se presenta como una alternativa más humana y compasiva. Al permitir que estos pacientes tengan una muerte digna y libre de sufrimiento, se respeta su derecho a tomar decisiones informadas y autónomas sobre su propia vida y muerte.

En primer lugar, tenemos el caso de Ana Estrada, quien padece de una enfermedad degenerativa e incurable que causa inflamación y debilitamiento muscular a su organismo generando un intenso dolor y sufrimiento. Ana ha luchado por el derecho a la eutanasia, una práctica que le permitiría tener una muerte digna y sin sufrimiento. En este contexto, es relevante mencionar el artículo de Miró, J. (2020) que expone los obstáculos que Ana enfrentó, debido a que el Artículo 112 del Código Penal prohibía su decisión. Además, señala: 

Se trata del primer caso de eutanasia llevado al Poder Judicial para solicitar la autorización que permita a Ana Estrada, tener control sobre el final de su vida, cuando los sufrimientos que viva hagan incompatible para ella seguir prolongando su vida con su idea de dignidad (...) Por ‘decoro’, es lo mínimo que le debe este país a quien ha luchado tanto por la libre autodeterminación de nuestras vidas y cuerpos de inicio a fin. 

Es fundamental considerar casos similares a los de Ana y analizarlos desde una perspectiva ética y legal. La lucha de Ana Estrada ha marcado un hito en la historia y se convierte en un precedente para aquellos que buscan poner fin al sufrimiento causado por enfermedades degenerativas, incurables y dolorosas a través de la eutanasia.La relevancia de este caso trasciende a la lucha individual de Ana y nos invita como sociedad a trabajar unidos en la construcción de un mundo más justo y humano, donde se respeten los derechos y la dignidad de todas las personas, independientemente de su condición o situación.

Como segundo caso tenemos a Ramón Sampedro, un marino español que sufrió un accidente que lo dejó tetrapléjico y confinado a una cama. Esto ocasionó numerosas dificultades en su vida diaria. Ramón no se sentía cómodo con esta nueva realidad llena de complicaciones, por lo que decidió emprender una lucha legal durante casi tres décadas para obtener el derecho a poner fin a su vida de forma asistida. A pesar de sus persistentes solicitudes, todas fueron rechazadas debido a las leyes vigentes en España.

El caso de Ramón fue tan notorio que un director decidió realizar una película basada en su vida. Esta película ganó el premio Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa. A raíz de esto, Alejandro Amenábar (2004) expresó varias frases que dejaron en claro su postura. Algunas de estas frases fueron: "La vida es un derecho, no una obligación", "La persona que realmente me ame será aquella que me ayude a morir" y "Una vida que niega la libertad, no es vida.". Finalmente, el 12 de enero de 1998, Ramón Sampedro pudo cumplir su deseo de tener una muerte digna al llevar a cabo un suicidio por consumir una dosis letal de cianuro de potasio. Esta dosis fue proporcionada gracias a la ayuda de su amiga sentimental, Ramona Maneiro. Aunque ella fue juzgada, poco después fue absuelta por falta de pruebas. Siete años más tarde, ella misma admitió su participación en la muerte digna de Ramón.

 Este caso ejemplifica la necesidad de contar con una regulación clara y precisa de la eutanasia, que permita a las personas tomar decisiones informadas y respete su autonomía y dignidad. La lucha de Ramón por el derecho a una muerte digna ha sido un ejemplo de coraje y perseverancia en la búsqueda de un derecho fundamental.En segundo lugar, la eutanasia es una opción que puede favorecer a los pacientes en su fase final, ya que enfrentan diversas dificultades psicológicas y obstáculos en su vida diaria. Estos desafíos pueden incluir ansiedad, depresión, miedo, estrés y sentimientos de pérdida de control. Uno de los aspectos relevantes es la perspectiva de Francisco Javier Ansuátegui Roig, quien resalta los problemas en la vida cotidiana del individuo. Esta situación implica una creciente dependencia, lo cual puede generar una sensación de frustración y limitación. El paciente puede sentir que ha perdido el control sobre su propia existencia y se encuentra en una posición de completa vulnerabilidad. Esta disminución de autonomía tiene un impacto negativo en la calidad de vida, dado que la persona se ve privada de la capacidad de tomar decisiones y llevar a cabo actividades que antes realizaba con facilidad. Además, la dependencia puede suponer una carga emocional tanto para el paciente como para sus seres queridos, generando tensiones y desequilibrios en las relaciones familiares.

Por otro lado, la perspectiva de Eduardo Rivera López (2020) se enfoca en los desafíos psicológicos que enfrentan los pacientes en su fase terminal. Uno de los principales aspectos resaltados es la depresión, una condición frecuente en aquellos que se encuentran en una situación de padecimiento crónico y limitaciones físicas. La disminución de la autonomía, la dependencia y la conciencia de la proximidad de la muerte pueden contribuir al surgimiento de síntomas depresivos, impactando de manera significativa el estado emocional y mental del paciente. Además, la pérdida de dignidad también se menciona como un problema psicológico relevante, ya que el individuo puede experimentar sentimientos de vergüenza y desvalorización debido a su estado de salud y dependencia de otros. Es relevante considerar que la elección de optar por la eutanasia puede dar lugar a conflictos familiares. La decisión de poner fin a la vida de un ser querido plantea dilemas éticos y morales complejos, y los integrantes de la familia pueden tener puntos de vista divergentes al respecto. Esta discrepancia puede generar tensiones, disputas y fracturas dentro del ámbito familiar, añadiendo un nivel adicional de angustia emocional en un momento que ya es complicado para todos los implicados.

 En sintesis, la eutanasia, como opción legal y ética, promueve la libertad de decisiones y la autonomía de los pacientes que se encuentran en estado terminal. Permite a los individuos tener el control sobre su propia vida y decidir cómo desean enfrentar el final de su enfermedad. Al ofrecer la posibilidad de la eutanasia, se reconoce y respeta el derecho de los pacientes a tomar decisiones fundamentales sobre su propio cuerpo y bienestar. Aunque se plantean interrogantes sobre el derecho a la vida, es crucial reconocer la existencia de personas que padecen enfermedades incurables y desean tener el derecho de determinar si continúan viviendo a través de tratamientos médicos o si eligen poner fin a su vida. Si bien la vida humana es considerada sagrada y valiosa, existen situaciones en las que algunas personas con enfermedades incurables se enfrentan a un sufrimiento extremo y una calidad de vida muy deteriorada. Esta decisión no solo busca evitar un sufrimiento evitable, sino también salvaguardar la dignidad y los derechos de los pacientes. Es importante tener en cuenta la necesidad de los enfermos terminales y reconocer su capacidad de tomar decisiones sobre su propia vida. Permitirles tener el control y la libertad de decidir sobre su destino puede evitar malestares innecesarios y posibles traumas psicológicos que podrían surgir como resultado de leyes que interfieran con los derechos humanos. Negarles esta opción limita su derecho a la autodeterminación y vulnera su dignidad como seres humanos, lo que puede tener consecuencias negativas para su bienestar psicológico.Al permitir la eutanasia como una opción legal, se ofrece a los pacientes terminales una forma de ejercer su autonomía y decidir cuándo y cómo desean poner fin a su sufrimiento.